Recientemente se ha desatado la polémica en torno a la compra de followers dado que el presidente del gobierno de España, Mariano Rajoy, ha participado de alguna manera en esta actividad.
Al parecer, Mariano Rajoy ha conseguido superar en followers al antiguo político más seguido de España, Pablo Iglesias, de quien aprendíamos un par de lecciones sobre marketing político. No habría problema ni gato encerrado si no fuese porque el aumento de seguidores que ha experimentado en los últimos días son bots con 0 seguidores y cero tuits, y cuentas árabes.
Obviamente esto ha producido que twitter se incendie con comentarios al respecto, que #nobots sea trending topic y que ya haya una discusión sobre la naturaleza de la compra de followers, likes, retuits y visualizaciones de vídeos en varios blogs. Todo un mercado negro que analizado en el post sobre los seguidores de Mariano Rajoy de consumidor indignado y que no voy a replicar aquí cuando él ya lo trata con detalle.
Algunas de las reacciones a la noticia han sido estas:
La mayoría silenciosa de @marianorajoy
- ¿A quien sigues, Abdul?
- A Obama, Lady Gaga y Rajoy
- ¿QUIÉN?
- No sé, uno pic.twitter.com/R4thusj3xk
— El Humanoide (@ElHumanoide) septiembre 5, 2014
El Twitter de Rajoy parece Lavapiés.
— Carlos Valladolid (@carvalladolid) septiembre 5, 2014
Por dar el boto de confianza a nuestro dirigente líder, puede haber sido una torpe maniobra de su equipo (posiblemente), una acción malintencionada de terceros (más retorcido), o un acontecimiento random con los que nos deleita Internet de vez en cuando (bueno, sí, quizás, supongo que todo es posible). Pero independientemente de ello, la culpa no es de quien lo haya hecho, es nuestra, que nos fijamos en el número de followers como el factor determinante de la influencia y popularidad de una cuenta, y así nos va.
Es cierto que es relativamente fácil comprar seguidores y notoriedad en las redes sociales, pero eso es porque nosotros somos los que damos relevancia a estos factores. Si nos regalan unas entradas por tener un klout determinado, ¿qué haremos? Potenciar el klout con las redes que más lo premian, como Facebook e Instagram, utilizar hashtags que fomenten los likes y la participación a cambio de lo mismo… y alcanzaremos el Klout indicado y entraremos por la cara.
Si cuando nos sigue una cuenta nueva en Twitter en vez de mirar la bio y si lo que cuenta es de interés miramos el número de followers, solo alentamos a la gente a que se compre un par de miles de followers falsos para que su opinión sea tenida en cuenta. Aunque lo que salga por su boca siga siendo solo mierda (u oro, que también hay). Así vamos retorciendo las reglas del juego hasta que el más avispado puede ser un gurú de Twitter en 2 semanas, previo paso por caja, y estar dando 2 cursos sobre motivación, emprendimiento y coaching a las 3 semanas, codeándose con el resto de gurús. Y nosotros que somos gilipollas, nos lo creemos. Porque tiene un montón de followers, o de visitas, o de likes en Instagram. O porque da un curso de nosequé en nosedonde. Y todo eso, como estamos viendo, puede significarlo todo o puede no significar nada.
Si hemos pasado a estar más interesados en conseguir seguidores en Twitter y en Instagram que en adelgazar, es que tenemos un problema. (Aunque tú estás perfecta/o tal y como eres)
No nos confundamos, saber venderse está bien, pero estamos reduciendo a una persona a un número, y los más listos saben cómo manipularlo en su beneficio. Como una revelación de “Los otros”, o “El sexto sentido”, nos damos cuenta de que, al final, los followers zombies de Rajoy somos nosotros.
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