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No eres el historial de tu navegador, ¿o sí?

Cada vez que entras en Internet dejas un rastro de incalculable valor: información sobre tus gustos, tu estilo de vida, tus amigos y familiares… oro digital.

“Nada es gratis, el precio de la gratuidad, es la recogida, indexación y explotación de los datos de los perfiles de los usuarios, a la espera de ser monitorizados.” Ippolita En el acuario de Facebook

Toda esa información, como sabrás a no ser que vivas en otro plantea, se utiliza para ofrecerte publicidad personalizada. En otras palabras, si cada vez que entras en Internet te aparecen banners de alargadores de pene, hay muchas posibilidades de que hayas hecho una búsqueda en el pasado de estos productos.

Floodwatch es una extensión de Chrome que recopila todos los anuncios personalizados que te encuentras por Internet y te permite visualizarlos en una linea temporal, y así entender cómo funciona este tipo de prácticas y cómo somos bombardeados de formas sutiles y no tan sutiles. Aquí puedes ver cómo va:

Internet es sólo para tí

Experimentos como este nos revelan que ante todo Internet es un gran negocio, y que detrás de los increíbles servicios gratuitos que disfrutamos como usuarios tan sólo se esconde la idea de recopilar información sobre nosotros, potenciales consumidores.

Esta información se utiliza para filtrarnos los resultados en nuestras futuras búsquedas, en función de nuestros gustos previos. Lo que supone que, aunque busques la misma frase en Google que tu primo el que se ha ido a Berlín a trabajar, la página de resultados será distinta, pues esta se elabora en función de los datos guardados del usuario (si existen), y otros factores más complejos como la hora, o la ciudad desde la que se realiza la búsqueda.

Esto puede ser maravilloso, ya que “en teoría” el sistema aprenderá de nuestros gustos y costumbres para ofrecernos lo que necesitamos. El problema, señalado por muchos expertos, es que esto supone que la Internet que se nos muestra sea siempre la misma, ofreciéndonos resultados familiares y con los que siempre estaremos de acuerdo, lo que hace que sea muy difícil descubrir cosas nuevas o cambiar de opinión. Pero quizás este sea el objetivo, limitar nuestra capacidad de pensamiento crítico para que nos centremos en consumir.

Convergencia cultural

Otro de los usos que se les da a esta recopilación de datos digital tiene que ver con tus películas y series favoritas. Lo creas o no, las opiniones que dejas en Twitter, o en IMDB son tomadas en cuenta. Esto es lo que Henry Jenkins a principios de los noventa denominó “convergencia cultural”, en referencia a una retroalimentación entre creadores y consumidores (fans) en los productos culturales de nuestro tiempo. La analísta en televisión social Teresa Diez lo deja claro:

“La opinión del público en Twitter se recopila para mejorar tramas y castings”

Al igual que en los resultados de Google esto tiene una doble lectura. Por una parte parece positivo, pues si los creadores toman en consideración los datos y opiniones del público crearán productos culturales a su medida. Pero ese también es el lado malo, si se escucha demasiado al usuario se corre el riesgo de no innovar y de que todo acabe pareciéndose demasiado entre sí. Ya lo dijo Henry Ford:

“Si hubiera preguntado a mis clientes qué necesitaban, habrían dicho un caballo más rápido”

Resumiendo. Para muchas compañías en Internet no eres un ser humano, sino un potencial consumidor. Tus datos, opiniones, clics y likes son recopilados y analizados con detalle para bombardearte con ofertas que te resulten atractivas. Esto es lo que hay, aunque siempre nos quedará el modo privado del navegador y esa maravilla de extensión llamada Ad block.

Jorge Dueñas

Diseñador digital, historiador del arte y friki sin límites. Escribo sobre series en OchoQuince y sobre Arte y cultura digital en Realidades Inexistentes.