Las nuevas tecnologías han hecho que nuestra forma de consumir, la que podríamos calificar como tradicional y de toda la vida, esté cambiando.
Hoy hablamos de economía colaborativa, esa en la que se busca compartir o intercambian algún bien o servicio que se tiene ocioso, con el objetivo de cubrir una necesidad en concreto de otra persona. Te pongo un ejemplo.
Veamos, por ejemplo, ¿para qué vas a comprarte un coche, si eres de los que lo vas a usar en contadas ocasiones? Mejor usar el transporte público o por qué no, sacarle provecho a este concepto de economía diferente que las nuevas tecnologías ponen a nuestro alcance en la palma de nuestra mano. Por ejemplo, usa Blablacar y comparte coche con otras personas: menos contaminación, más barato y además, cubre tus necesidades de ir de tu casa de Madrid a las fiestas de tu pueblo. Listo.
Antes se compraba una cosa porque se necesitaba para un momento en concreto, y luego se moría de risa en el trastero hasta nueva orden. Como un taladro por ejemplo, que se usa una media de 30 minutos a lo largo de toda su vida útil. ¿De verdad te compensa comprarte uno? Ahora, tienes la opción de aprovechar los recursos cuando los necesitas, solo en ese preciso momento.
Tal y como se define en la propia web de Consumo Colaborativo, esta nueva tendencia da prioridad al acceso a cubrir esa necesidad que se tiene en un momento determinado, antes que al concepto de propiedad como hemos entendido siempre, y es que esta palabra, ya no significa tanto para nosotros.
Pero, ¿por qué ahora? La verdad es que todo esto no es nuevo, no se inventó ayer, pero sí se ha reinventado gracias al boom de las nuevas tecnologías y las facilidades que estas nos ofrecen. La situación económica que vivimos ha hecho que pocos tengan mucho, y muchos tengan poco; algo que ha agudizado el ingenio de estos últimos para crear este movimiento que, junto con las tecnologías disponibles hoy en día, pone al alcance de cualquiera la opción de cubrir una necesidad a cambio de otra transacción, un menor precio, etc.
Se habla mucho del crecimiento del e-commerce, pero esta economía colaborativa, crece a un ritmo que da hasta vértigo y es que según Forbes, este sector experimentará un crecimiento del 25% respecto al año anterior, llegando a superar los 3.500 millones de dólares este 2014.
Existen un sinfín de aplicaciones y plataformas basadas en esta nueva economía colaborativa:
Pero aunque esto sea Internet, hay un mundo real al que enfrentarse y evidentemente, ahí están los organismos y empresas tradicionales que deben regular esta nueva situación a la que nos enfrentamos (y digo nos porque al final nos afecta a todos, a unos por proveedores y a otros por consumidores).
La Unión Europea no ha hecho oídos sordos a esta economía colaborativa y por ello en enero de este mismo año redactó un dictamen de iniciativa en el que se explicaba lo siguiente:
“El consumo colaborativo representa la complementación ventajosa desde el punto de vista innovador, económico y ecológico de la economía de la producción por la economía del consumo. Además supone una solución a la crisis económica y financiera en la medida que posibilita el intercambio en casos de necesidad”.
Muy bonito todo.
Sin embargo, muchos colectivos, como el de los taxistas, han llevado a cabo manifestaciones y huelgas al acusar a esta nueva forma de entender la economía, especialmente a aplicaciones como Uber, de practicar competencia desleal. Y puede ser (o no) pero hay que entender que si existen este tipo de plataformas en un sector tan regulado como el taxista, es que éste no funciona bien ni satisface del todo las necesidades de los consumidores. Aunque no vamos a entrar en este debate del que se ha dicho mucho.
El caso es que algo está cambiando, algo muy gordo. Una nueva forma de entender la economía en la que la redistribución es fundamental; aprovechar esos recursos ociosos que se tienen para sacarles partido y cubrir las necesidades de otra persona.
Según una encuesta de Nielsen, el 68% de los consumidores está dispuesto a compartir o alquilar activos a otros y, además, a otro 60% no le importaría compartir o alquilar activos de otras personas. Y eso es ahora, ¿qué pasará dentro de 5 años?
Como se dice en este artículo de The Guardian, esta economía del compartir ha venido para quedarse y para cambiar las reglas anteriores.
Y es que hoy más que nunca, compartir es vivir.
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